La
docencia como praxis vivencial reflexiva para la reconstrucción de la realidad
existencial
El proceso docente,
enraizado en el currículo visionado como totalidad triadica
integrada, se concibe en su globalidad como praxis vivencial reflexiva para la
reconstrucción de la realidad existencial. De tal modo, la Docencia se
constituye en acción epistémica que se libera de la repetición conceptual como
modelo epistemológico, al entretejerse con la práctica investigativa y
extensionista, como estrategia y ámbito que da contexto al proceso
pedagógico-didáctico generador de conocimientos y aprendizajes significativos
en torno a la reconstrucción de las distintas realidades sociales y
comunitarias, en el marco de una formación educativa y humana que busca dar
respuesta de manera integral.
Esta situación,
inminentemente, forja una Docencia que se materializa a manera de praxis
vivencial, que emana de su historicidad docente devenida de la experiencia, de
su narrativa manifiesta temporalmente a través del lenguaje que muestra su
mundo interior, su forma particular de ser y estar cotidianamente en el mundo
académico-curricular universitario. Por consiguiente, el docente ha de
desplegarse investigativamente mediante una acción indagatoria de sus modos
discursivos-narrativos, a propósito de concientizar que su entramado de haceres
cotidianos, en torno a la integración triadica de los
procesos académicos curriculares asumidos como práctica social, se erigen desde
la trama de interrelación discursiva y comunicacional que se da entre quienes
conforman dicha práctica social.
Así, la Docencia se consume con rigurosidad
metódica a manera de práctica reflexiva contextualizada, adquiriendo la
cualidad de ser una praxeología, que hace del docente un sujeto
critico-reflexivo y práctico deliberativo, en la medida que gnoseológicamente
se vuelve un ser para sí, que hurga en su conciencia la experiencia docente
como vivencia, como mundología, hasta llegar a las profundas existencias de sus
estructuras de acciones enquistadas y rutinarias, haciéndolas conscientes de
manera reflexiva, crítica; de tal modo que, desde esa penetración de su
mismisidad, actúa sobre su pensamiento sujetándolo a la acción que transforma.
Por consiguiente, pensamiento y acción, aunque aparecen indisolubles haciéndose
imprescindibles el uno al otro, se someten dialécticamente, se cuestionan e
interpelan críticamente, se concretan
como praxis.
Carol Elizabeth Ianni-Gómez
https://orcid.org/0000-0001-7390-114X