Revista Multidisciplinaria Perspectivas Investigativas
Multidisciplinary Journal Investigative Perspectives
Vol. 5(Económica), 393-405, 2025
Sistema de control interno para la gestión de riesgos sostenibles en la industria carrocera
Internal control system for sustainable risk management in the auto body industry
Nataly Belén Quispe-Salazar
Juan Bautista Solís-Muñoz
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de manejo que lleve a evitar, reducir, dispersar y atomizar el riesgo, o en último caso asumir el
riesgo (Telecomunicaciones y Sistemas, S.A., 2012)
Para manejar el riesgo cualquier esfuerzo que emprendan las entidades en torno a la
valoración del riesgo llega a ser en vano si no culmina en un adecuado manejo y control de
estos, representado en la consideración de acciones efectivas tales como la implantación de
políticas, estándares, procedimientos y cambios físicos entre otros, que hagan parte de un plan
de manejo que lleve a evitar, reducir, dispersar y atomizar el riesgo, o en último caso asumir el
riesgo (Telecomunicaciones y Sistemas, S.A., 2012)
En relación con lo indicado, los factores de sostenibilidad han adquirido una relevancia
creciente en las decisiones de inversión. Hoy en día, las entidades financieras e inversionistas
priorizan a las empresas que incorporan criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG)
en sus estrategias. Estos criterios buscan evaluar el impacto ambiental, promover beneficios
sociales y garantizar una gobernanza eficiente y transparente. Al adoptar los principios ASG,
las empresas mejoran su competitividad y atractivo frente a los inversionistas, se preparan para
enfrentar cambios regulatorios y generan valor a largo plazo. (Software de gestión de riesgos
[PIRANI], 2023).
Sin embargo, Zambrano-Yépez et al. (2023), en su análisis sobre el medio ambiente del sitio
San Juan en Manta, Ecuador, y su relación con la pobreza multidimensional, evidencian cómo
los riesgos ambientales afectan tanto a los ecosistemas como a las condiciones de vida de las
comunidades vulnerables. La contaminación del aire, agua y suelo no solo deteriora los
recursos naturales esenciales, sino que también agrava las condiciones de pobreza al limitar el
acceso a recursos básicos y afectar la salud de las personas. Asimismo, el agotamiento de
recursos no renovables y los efectos del cambio climático, como el aumento de temperaturas y
los fenómenos meteorológicos extremos, intensifican la pérdida de biodiversidad y alteran los
ecosistemas marinos y terrestres, lo que repercute negativamente en las actividades
económicas locales, como la pesca y la agricultura. Además, prácticas insostenibles como la
deforestación, la desertificación y la mala gestión de residuos reducen la capacidad de los
ecosistemas para regenerarse y absorber carbono, exacerbando la crisis ambiental y
profundizando las desigualdades sociales. Este enfoque empírico subraya la necesidad de
implementar estrategias sostenibles que integren la protección ambiental con la mejora de las
condiciones de vida de las comunidades afectadas.
Por otro lado, Tello-Caicedo (2018), en su estudio sobre la responsabilidad social empresarial
(RSE) y su incidencia en el ámbito laboral en Ecuador, destacan que la gestión del capital
humano y la implementación de prácticas responsables son fundamentales para el desarrollo
sostenible de las organizaciones. La RSE no solo implica el cumplimiento de normativas
legales, sino también la adopción de medidas que promuevan condiciones laborales justas, la
igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos humanos. En este sentido, los riesgos
asociados al criterio social están vinculados a la capacidad de las empresas para garantizar la
seguridad y salud de los trabajadores, así como para fomentar relaciones positivas con los
grupos de interés, que incluyen empleados, clientes, proveedores, comunidades locales y
gobiernos. La implementación de buenas prácticas sociales, como la erradicación del trabajo
infantil y forzoso, y la promoción de condiciones laborales dignas y seguras, no solo refleja un
compromiso ético, sino que también fortalece la reputación corporativa y contribuye a la
sostenibilidad organizacional, mejorando la competitividad empresarial en un entorno
globalizado y cada vez más exigente en términos de responsabilidad social.
Por otro lado, el manejo social del riesgo implica un conjunto de intervenciones públicas
orientadas a ayudar a individuos, hogares y comunidades a gestionar de manera efectiva los
riesgos en situaciones críticas. Este enfoque se orienta en limitar la dependencia de asistencia
externa, fortaleciendo la capacidad de las personas para enfrentar y superar los riesgos. A
través de estrategias de prevención, mitigación y adaptación a eventos negativos, se abordan
los riesgos de manera integral, ajustándose a diferentes contextos y situaciones.
El manejo social del riesgo se lleva a cabo en diversos niveles de formalidad, desde lo informal
hasta lo público, reconociendo las estrategias que las comunidades ya implementan. Involucra
la participación de una amplia gama de actores, como individuos, hogares, gobiernos, ONG y
organizaciones internacionales, lo que fomenta un enfoque colaborativo en la protección social.